La espirometría es una prueba médica que ayuda a medir la capacidad de los pulmones y cómo funcionan al respirar. Es útil para diagnosticar problemas respiratorios como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y otros trastornos pulmonares.
El proceso es bastante sencillo:
- Preparación: Antes de la prueba, es posible que el médico te pida que evites fumar y te indique si hay algún medicamento que debas dejar de tomar temporalmente.
- Realización: Te sentarás en una silla y usarás un dispositivo llamado espirómetro. Este dispositivo tiene un tubo conectado a una máquina. Sostendrás el tubo en tu boca y respirarás por él. El técnico te explicará cómo hacerlo correctamente.
- Respiración normal: Primero, te pedirán que respires de manera normal durante un momento, solo para que te acostumbres al proceso.
- Inhalación profunda: Luego, te dirán que respires profundamente, llenando tus pulmones de aire tanto como puedas.
- Exhalación fuerte: A continuación, exhalarás todo el aire lo más rápido y fuerte posible dentro del tubo del espirómetro. Esto se hace para medir cuánto aire puedes exhalar en un corto período.
- Series de soplos: Pueden pedirte que repitas este proceso varias veces para obtener mediciones consistentes. A veces, también pueden pedirte que hagas esto después de inhalar un medicamento que ayuda a abrir las vías respiratorias, para ver si mejora tu capacidad pulmonar.
- Resultados: Los resultados se mostrarán en un gráfico que registra la cantidad de aire que inhalas y exhalas en función del tiempo. Estos datos ayudarán al médico a entender cómo funcionan tus pulmones y si hay algún problema.
La espirometría es una prueba segura y bastante rápida. Es importante seguir las instrucciones del técnico o médico durante la prueba para obtener resultados precisos. Si tu médico te recomienda una espirometría, es porque puede brindar información valiosa sobre tu salud pulmonar.